Tejiéndome from Entretejidos by Entretejidos

Un día como tantos amaneció. Un rayo de sol despertó a Sofía. Como tantos días fue a aprontar su desayuno aún medio dormida. Al servirse el primer mate, puedo ver cómo, su perfume se metía como hilo verde sanador por su cuerpo, hilando claro y suave, dando lugar a unos puntos del tejido que era…
Después de sorprenderse y comprobar que no seguía dormida, se dió cuenta de que podía percibir su trama, veía su cuerpo todo tejido. Percibía cada color y textura que la conformaban como tejido que era… tejido vivo y en movimiento que ahora podía percibir ver, oler, sentir.
Había hilos de buen descanso tejidos como almohada de nubes, y tejidos apretados de contracturas que no se iban, cosas que se trancaban en su garganta, que no decía.
Recordó entonces que tenía muchas tareas para ese día en su trabajo y su preocupación se tejió con lanas duras y puntos apretados. Así como estaba todavía percibiendo su trama, avisó que llegaba tarde al trabajo y pasó por lo de su amiga a contarle lo sucedido. Ella la esperaba contenta de recibirla, intrigada. Ni bien llegó, un hilo color de hibisco y rosa empezó a tejer, sin saber cómo, puntos de santa clara que le calentaban el alma. Y así mientras le contaba, percibió en su escucha otra trama que se tejía… y en el encuentro descubrió el misterio.
El día anterior había visitado a una anciana, que decían algunos era medio bruja, al entrar apenas la invadió un aroma a hierbas y tierra que inundó el alma de algo antiguo, y a la vez cercano y cálido. La anciana sentada junto al fuego tejía y tejía, parecía que las manos danzaban entre lanas de colores como si algo más allá de ella las moviera. Sus manos viejas con surcos de arroyo cristalino al igual que sus arrugas, parecían suaves como las de un niño, el cabello caía en una trenza blanca como la luna llena.
La vieja entonces levantó la vista y con esa mirada firme y tierna que mira adentro, le dijo: “mija´ usted anda medio deshilachada, y un poco apretada ahí, no ve?“. Pero no veía, solo estaba medio cansada y buscando algo que en este invierno le calentara el alma. La anciana sacó de su canasta una pomada que dijo “cura la trama”, y así no más, casi la echó, diciéndole que volviera en una semana a ver cómo estaba ese tejido…
Ahora entendía lo que le estaba pasando, tenía que ver con aquel encuentro.
Luego de compartir un rato con su amiga, se despidió, y sintiéndose un poco más aliviada emprendió el camino a su trabajo.En el recorrido el sol le acariciaba el rostro desde hacía rato, pero solo en el preciso instante en que lo percibió, el tejido se hizo en su cuerpo trama dorada y luminosa, ni antes ni después de sentir el sol en sus mejillas.
Apenas llegar, se desmoronó con las tareas pendientes imposibles de organizar. La trama se abrió y unos cuantos puntos se deshilacharon, quedando espacios de tejidos sin armar.
Y así siguió su día como tantos… mientras veía su tejido tejer y destejerse.Cada minuto se tejía y tejía su vida, cada minuto la trama cambiaba de forma, perfume y color. Lanas e hilos de vida se anudaban y tejían su vida…
Un día duró la magia de ver la trama. Toda la vida la conciencia de ser tejido de la vida.

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